Todo esto hizo que no nos diéramos cuenta de que íbamos a dejar de ver a nuestros amigos durante mucho tiempo aunque luego, hiciéramos una videoconferencia para hablar sobre nuestras vidas. Nos negábamos a irnos y nos despedimos con mucha pena. Sin embargo, sentí algo que me ayudó a levantarme y alegrar ese momento de pena, la presencia de la luna. Esta siempre está cuando la necesito, y no la trato como a un dios o una representación divina, sino que simboliza mucho para mí que sea el astro más grande que vemos por la noche. Ella me ilumina cuando más lo necesito y cada vez que necesito una ayuda y estoy solo, se que solo tengo que salir a mi jardín a observarla, tumbarme en el césped para que su luz reflejada me ilumine. Su rostro hace que vuelva a mi memoria un poema de José Hierro, uno llamado Luna:
Pandereta de siglos para dormir al hombre
preso en el corazón mudo del universo.
Media manzana de oro para que el niño coma
hasta sentirse eterno.
Árboles, puentes, torres, montes, mares, caminos.
Y todo a la deriva se irá desvaneciendo.
Cuando ellos ya no vivan, en el espacio, libre,
tú seguirás viviendo.
Y cuando nos cansemos (porque hemos de cansarnos).
Y cuando nos vayamos (porque te dejaremos).
Cuando nadie recuerde que un día nos morimos
(porque nos moriremos),
pandereta de siglos para dormir al hombre,
media manzana de oro que mide nuestro tiempo,
cuando ya no sintamos, cuando ya no seamos,
tú seguirás viviendo.
Gonzalo, momento en que compruebo que mis alumnos escriben diarios más interesantes que el mío...
ResponderEliminar